Los primeros resultados de las elecciones parlamentarias de Egipto apuntan una mayoría islamista que genera grandes expectativas entre un reducido grupo de personas muy religiosas.
En algunas partes del país, los devotos intolerantes ya han amenazado a peluquerías, mujeres vestidas “indecentemente” y dueños de tiendas. Ahora, proponen fundar una “policía religiosa” siguiendo el modelo saudita.
La industria del turismo, de gran peso a nivel nacional, ya vivió un duro golpe el año pasado durante las revueltas que culminaron con la dimisión del ex presidente Hosni Mubarak. Ahora teme que el avance de la propuesta islamista pueda volver a tener impacto en el sector.
En Riad, cuando el muecín se hace oír por encima de los tejados, las tiendas de la capital cierran rápidamente sus puertas. Los barbudos de la “autoridad para el fomento de la virtud y la prevención del vicio” ordenan que los comerciantes y vendedores vayan a cumplir con sus rezos. A las mujeres que llevan la cabeza cubierta con un pañuelo no muy bien colocado, les dicen: “¡Cúbrete bien, mujer!”.
En Egipto, hasta ahora las cosas habían sido muy distintas. Pero en estas últimas semanas, hubo testigos y medios que hablaron de una campaña de religiosos fanáticos.
En El Cairo, un hombre barbudo le dio una cachetada a una mujer en la calle porque llevaba jeans. Algunos peluqueros fueron “visitados” por islamistas que les querían prohibir afeitar a los hombres. En Alejandría, algunos comerciantes que vendían árboles de plástico de Navidad fueron amenazados.
En la provincia de Al Kaljubija, a las peluquerías acudieron jóvenes que les explicaron a las mujeres que trabajaban en esos locales que su labor era “un pecado para el Islam”. Las mujeres no se dejaron intimidar e incluso golpearon a los visitantes
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